Biografia
La sede misional Santo Tomas Moro

Tiempo después, a principios de la década del ´70, Tissera y sus muchachos se mudaron a una vieja casa que acondicionaron, sobre la calle Marconi. Poco más tarde consiguieron un chalet de dos pisos con amplios patio y jardín sobre la calle Urquiza. En este último se alojó el Padre Tissera y parte del grupo, que ya rondaba las 40 personas. El chalet de la calle Urquiza fue denominado "Sede misional Santo Tomás Moro" y "Colegio Mayor Universitario San Pablo", y el Padre Tissera pudo concentrar allí su labor pastoral. Su pequeña sala principal se convirtió en capilla y aprovecharon los bancos de los tranvías, que debieron ser desmantelados (hoy funciona allí el club deportivo municipal).

Aquellos eran tiempos turbulentos no sólo en Argentina sino en Latinoamérica y el mundo. Mayormente era la juventud la que se destacaba por su lucha por los derechos y libertades de los pueblos, manifestada de diversas maneras. Los gobiernos militares combatían las guerrillas, generalmente integradas por jóvenes, y por ello se desalentaba la creación de institutos o casas para estudiantes. En esa época la casa de Marconi debió ser desalojada.

Mientras tanto, el estilo del Padre Tissera, franco, abierto, muchas veces polémico, pero siempre hablando de Cristo, más la cantidad de actividades solidarias que generaba, cautivaba espontáneamente a cada vez más gente que incluso, por falta de espacio, se asomaba por las ventanas o se quedaba en alguno de los patios del chalet para intentar escuchar lo mejor posible al sacerdote en sus misas. La ya conformada comunidad de la Sede Misional necesitaba un templo. Junto al chalet se hallaba la ya vieja fábrica de pastas "Simonini", abandonada, lo suficientemente grande como para albergar algunos cientos de personas. Siempre con la ayuda de la comunidad, haciendo campañas de recaudación de fondos y pidiendo préstamos, a fines de los `70s. fue comprada y refaccionada para el nuevo uso que se le iba a dar. En 1980 fue inaugurada y hasta el día de hoy permanece en pie. Su estilo, como lo deseaba el Padre Tissera, es sencillo, austero, artesanal, sin elementos lujosos que la hagan ajena a los más humildes.