Del Sr. Emilio Pedro Portorrico

En 1986, a raíz de una situación complicada de salud de la que era [objeto] mi esposa, acudimos a la Parroquia Santo Tomás Moro en busca de la palabra de Pablo. Teníamos además a nuestra primera hija en edad de tomar la Comunión, y su mamá deseaba a toda costa inscribirla en la catequesis antes de afrontar los momentos que vendrían. Tuvimos una entrevista con él, a la que llegamos llenos de temores y dudas y de la cual salimos cargados de fe y esperanza.

La situación pasó, y volvimos a Pablo, esta vez para agradecerle su ayuda; entonces Pablo aprovechó la oportunidad para pedirnos muy fraternalmente que nos acercáramos más a su parroquia, que estaba necesitada de matrimonios para colaborar en la catequesis.

Yo pretendí resistirme, alegando mis serias divergencias con algunos aspectos de la Iglesia, argumentos que Pablo destruyó con una naturalidad y una lógica demoledoras: su simple respuesta fue:- "Mejor así; no buscamos gente que venga a repetir un dogma, sino gente que esté dispuesta a cuestionarlo"-.

Años más tarde, cuando se acentuaba la pobreza y la marginación de muchos hermanos, conversábamos en la Parroquia con otros amigos acerca de la creciente mendicidad en estaciones, trenes y calles de la Capital y el Gran Buenos Aires, y del abuso que muchos "falsos pobres" hacían de esa situación. Y Pablo nos dijo:- "Nunca dejen de ayudar a quien les pide: es preferible pasar por tontos antes que dejar que se nos endurezca el corazón"-.

Un sábado a la mañana me encontraba haciendo alguna tarea en el fondo de mi casa. Mientras, escuchaba en la radio un programa periodístico en el que se trataban temas como las relaciones prematrimoniales, el sexo y la homosexualidad. Me sorprendí mucho cuando escuché que se le había realizado un cuestionario al Padre Pablo, y aún recuerdo sus respuestas, llenas de amor, a varias preguntas que buscaban un justificativo para atacar las duras posiciones oficiales de la Iglesia sobre esos temas. Por ejemplo, cuando se le preguntó sobre las diferentes formas de tener sexo, Pablo respondió:- Si hay amor y consentimiento de ambos, cualquier forma de darse amor a través del sexo es buena"-.

Y cuando se le preguntó su opinión sobre las relaciones prematrimoniales, la respuesta de Pablo fue:- "Lo malo no es que un chico y una chica se amen y quieran estar juntos. Lo malo es que después de haber estado juntos, no sigan juntos"-.

                                                                              Emilio P. Portorrico
                                                                              Febrero de 2005