Biografia
Despedida con sabor a gloria

Sus hermanos Selva y Victorio se esmeraron en el cuidado de su hermano mayor. Sin embargo, el Padre Pablo no evolucionaba muy favorablemente. Fue internado dos veces en una clínica. Muchos feligreses y amigos que se desviaron de sus vacaciones al conocer la noticia. Llenaron su habitación y pasillos para verlo y estar al menos un minuto con él. Quienes no pudieron viajar le escribieron cartas. Rezaban todos juntos acompañando al viejo y cansado sacerdote que, aunque en su lecho de muerte, les regalaba su sonrisa agradecida.

Y el 8 de Febrero sucedió lo inesperado. El Padre Estrella, sacerdote jesuita conocido por los Tissera, entró en la habitación con la noticia de que, a pedido de Selva, habían sido revisadas todas las actas de dimisiones de la Compañía de Jesús desde 1946 hasta la fecha: el ajelamiento forzado del maestrillo Pablo no estaba registrado en documento alguno. Por lo tanto, le tomaría los votos de jesuita. Una inmensa alegría inundó el corazón agobiado del Padre Tissera; después de largos y penosos 42 años, se hacía realidad su tan anhelado sueño de pertenecer a la Compañía de Jesús, que ya parecía imposible. Una vez tomados los votos y habiendo sido bendecido, él mismo quiso bendecir a su vez a quienes estaban presentes. Un testigo presencial escribió luego:
"Fue grande su bendición. Fue más allá de esas cuatro paredes. En su gesto palmas arriba se leyó: ´Vayan en paz, que estén bien´".



Quienes allí estuvieron esa noche, tomados de las manos, rezando y cantando suavemente con el Padre Pablo en sus últimos minutos, dicen que se percibía el ambiente lleno de amor y paz, e incluso que parecía oler a jazmines.

El 9 de Febrero de 1997, a la 1.15 de la noche, el Padre Pablo Roberto Tissera (S. J.) se reunió apaciblemente con el Padre. Dos días después, el 11 de Febrero, hubiera cumplido 71 años de edad.

***

Su cuerpo fue velado en la Capilla Doméstica Jesuítica de Córdoba, repleta de gente. La Parroquia Santo Tomás Moro, en Buenos Aires, se llenó hasta la vereda en la misa que se efectuó en la noche del lunes 9. En ella el Provincial de los Jesuitas, P. García Mata (S. J.), a través de un enviado, pidió públicamente perdón en nombre de los Jesuitas "porque no lo supimos comprender a Pablo". El sepelio fue transmitido por radio al pueblo de Merlo, San Luis, que detuvo los festejos por los doscientos años de la Villa y enarboló las banderas a media asta en señal de duelo.

El Padre Pablo Tissera fue alguien jugado por el amor, un sacerdote diferente. Una figura extraña en nuestra época. Un hombre auténtico y un creyente apasionado que dio generosamente su vida a Dios y a los hombres. Según el Padre David Pica (*), el Padre Tissera "deja una enseñanza que no queda en una placa de bronce. Queda grabado en el corazón de los hombres".


(*) Párroco de Nuestra Señora del Rosario, Merlo, San Luis. Testimonio de Abril de 1997.

Nota: Agradecemos a las decenas de personas que colaboraron con sus testimonios y aportaron materiales sobre los que se basan esta biografía y el sitio web en general.