Prioridad Juventud

Nos conmueven las carencias de los villeros. Pero la juventud nuestra está también hambrienta y desorientada. Habrienta de Justicia, paz y amor.
No sé por qué podemos dar respuesta a los necesitados del pan y no atinamos a dar respuestas a los muchachos. Personalmente, me siento en culpa.
Una respuesta a los jóvenes implica amor, entrega, una búsqueda en el corazón de ellos, incansable, respetuosa, imparcial, serena, desprejuiciada.
A lo mejor esa búsqueda en ellos suponga o reclame un examen en nosotros, los adultos. También supondría una disponibilidad interior a aceptar sin restricciones lo qu, honestamente, ellos nos propusieran y nosotros mismos viéramos en nuestras conciencias examinadas.
¿Qué daría el Señor Jesús a nuestros muchachos hoy?.
¿Qué les exigiría? ¿Qué les diría o les denunciaría como falso, hueco, confuso y por lo tanto inaceptable?.
Creo que nada podremos hacer sin una comunión entre ellos y nosotros.

“Cuando dos están reunidos en mi nombre, allí estoy yo”.

Personalmente no estoy tranquilo, tenemos que establecer comunión. Ambos somos pobres, nos necesitamos. Pero por sobre todo necesitamos del CRISTO.
Es inútil que cada uno de nosotros vaya con su rgalo al altar del CRISTO. Nos rechazará el regalo mientras no estemos reconciliados.
En verdad no hay guerra, ni estamos separados por agravios, pero existe una sutil prescindencia.
No hay conflicto generacional, pero sí olvido: no tenernos en cuenta.
Estamos haciendo el AÑO SANTO y ésto no es santo.
Todo testimonio que salga de una comunidad que presente aunque más no sea estas sutiles fisuras, ese testimonio puede ser puesto en tela de juicio por los de afuera.
El mejor pan, abrigo, catequesis, que podamos dar a los demás, es nuestra cálida comunión.

Padre Pablo T.