Tiempo de Juventud

AÑO 1 - No. 7 (AGOSTO 1981)

Me irrita enormemente cuando siento decir a "ciertos prohombres" que "la juventud es una gran reserva para la Nación".
A lo mejor es un prejuicio mío, pero identifico esa afirmación como cuando dicen: "Vamos a tener una gran cosecha este año" o "vamos a doblar la producción lechera" o "vamos a poner en producción cien pozos de petróleo"... etc...
Me ofende que dentro de "las reservas" pongan a la juventud. Al menos el énfasis y el tono es igual. Los muchachos no son para el mañana.
Para empezar, la valorización estimativa es errónea y humillante.
El joven, la juventud, no es un "producto". Es individuo persona, y la juventud, un misterioso estadío en la vida humana.
Es un paraíso, un gozo, un encuentro en el amor con toda la Creación.
En segundo lugar, la juventud no es mañana, es hoy. Ellos, los jóvenes, la viven, la experimentan y la poseen hoy. Y cuando nosotros vemos esa vivencia tan extraña, tan total, experimentamos también en nosotros ese encanto maravilloso.
Ese estadio de juventud es como un noviazgo del hombre con toda la Creación.
Y como ver una pareja de jóvenes profundamente enamorados nos afinca, nos compromete más con la vida, así, el ver a un muchacho, a una chica, poseídos por el amor hechizante de la Creación, nos conmueve y nos hace bien, ya, ahora, en este mismo momento.
No veamos a la juventud como dóciles y aplicados aprendices que mañana serán eficientes artesanos que harán maravillas. Hoy ellos nos hacen participar de la conmovedora y alegre comunión con la Creación.
¿Cómo podríamos hacer para que ellos dieran el paso trascendente, de Creación a Creador, del hechizo de las Creaturas que son semillas, simples, alegres al conocimiento del Señor de ellas y nuestro, el Padre?. ¿Y cómo ponernos nosotros bajo el influjo de esa misteriosa comunión de modo que de su abundancia recibamos para bien nuestro?.
Siempre vamos a la juventud como experimentados maestros de la vida. ¡Está bien! ¿Pero no nos haría bien ponernos con un gesto de pobres necesitados junto a ellos para que nos llegue su enamoramiento?. Y así, ellos y nosotros, avancemos hacia el Señor.

Pablo R. Tissera.